viernes, 15 de abril de 2011

UNA JUNTA MAS QUE EXTRAORDINARIA

Han transcurrido algo más de dos semanas y aún continúo conmocionado, pero me resisto a entonar el "mea culpa". Todo transcurrió tan deprisa que apenas tuve tiempo de reaccionar.

Se trataba de una Junta General Ordinaria, en la que yo iba a ser propuesto como Administrador, además de la aprobación de cuentas, presupuestos y un amplio capítulo de obras, que desde hacía años venían coleteando, sin que nadie fuera capaz de llevarlas a cabo.

Esta circunstancia, había despertado viejas rencillas, tan viejas como sus protagonistas, tanto que muchos de nosotros, hemos tenido la suerte de no conocer.

En fin después de ser presentado a la Junta y explicado el como y porque de mi propuesta, dio comienzo la telenovela.

- Señor Administrador… - dice uno de ellos- ¿Qué piensa usted hacer con los morosos?

Bueno, pues de acuerdo con la Ley de Propiedad Horizontal… Y ya no me dio tiempo a responder más. Desde el otro extremo se escucho decir:

- A mi, tu y el administrador me vais a tocar…. -insistiendo además- Y no pago, porque no me sale de …. y el que tenga ….. que venga.

La verdad es que se nos estaba preparando un problema de casquería.

Mire usted - intenté aclarar- yo no vengo a tocar…. Y ya lo creo que toqué. Me di de bruces contra el suelo, empujado por los dos contendientes que se había enzarzado en una pelea. Nadie me ayudó a levantarme, pero después de conseguirlo, la escena era patética. Ellos pegándose, sus esposas respectivas, tirándose del pelo y los hijos de ambos, tan locos como los padres.

Hice intento de separarlos y apelé al resto de vecinos para que echaran una mano. Y, ¿Cómo le iba a pedir al presidente que anulara la reunión, cuando precisamente él era uno de los que estaban metidos en la trifulca?

La suerte o una llamada oportuna, provocaron la presencia de dos agentes de la policía que en pocos minutos consiguió controlar la situación. Ni que decir tiene que la junta se dio por terminada, pero yo al cabo de dos semanas, desconozco si soy o no soy el administrador de la finca, como tampoco se todavía si quiero serlo. Aunque esto sea lo menos importante.

Lo que realmente me preocupa y no me cabe explicación, como personas que entendemos normales, trabajadoras, buenos padres de familia y honrados, podemos acabar cayendo en actitudes tan pobres como la que allí tuvimos ocasión de vivir. Y esto creo, que bien merece al menos unos minutos de reflexión.

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