jueves, 24 de marzo de 2011

TODO PASO POR UNA TONTERIA

¡Cómo no va a resultar difícil, poner de acuerdo a cuarenta vecinos, si ya resulta complicado entre dos¡

Estas situaciones se viven constantemente en comunidad, manteniéndose un complejo equilibrio en las relaciones, y que se resquebraja fácilmente ante hechos muchas veces sin importancia.

En fin, Junta General Ordinaria, turno de renovación de cargos y siguiendo el orden establecido: Presidente, la propietaria del piso 1º3 y Vicepresidente, propietario del piso 1º4.

Ya en ese momento note algo en el ambiente, nadie hizo comentario alguno, pero algo había y tuve ocasión de padecerlo en los meses siguientes.

Presidenta y Vicepresidente, no se dirigían la palabra, ni siquiera para darse los buenos días, y yo hacía de intermediario en los mensajes que uno y otro tenían que transmitirse. Era un juego loco y absurdo en el que me vi envuelto, como se dice ahora: sin comerlo, ni beberlo:

- Señor Palencia, por favor, dígale a la Presidenta que ya tengo el presupuesto del cambio de la puerta.
- Señora Presidenta, que dice el Sr. Vicepresidente que ya tiene el presupuesto de la puerta, que si se lo deja en el buzón o lo recoge usted en mi oficina.
- Sr. Palencia, dígale al Sr. Vicepresidente que mejor se lo de a usted y yo ya se lo recogeré.

Y con este tipo de diálogo absurdo, pasaron los meses. Su sorprendente discreción, no me permitía saber el motivo de su enfrentamiento, pero su tozudez hacía cada vez más difícil mi trabajo.

En cierta ocasión, se me ocurrió la idea de convocarles en mi despacho al mismo tiempo y, para sorpresa de ambos, comencé a decirles:

- Miren ustedes, ignoro las razones de esa extraña relación que ustedes mantienen y seguro que tampoco debe importarme. Pero su actitud dificulta considerablemente mi trabajo y me veo en la necesidad de dejar la administración de su comunidad, si no mejoran las cosas.

El, levantando la cabeza, dijo – lo siento, la culpa es mía. Y ella respondió: - No, no debes perdonarme tuve yo la culpa… Se miraron a los ojos, se dieron un abrazo y se marcharon.

Yo me quedé sorprendido de lo sucedido en mi oficina y de cómo se desarrollaron los acontecimientos en los meses siguientes, que mejoraron considerablemente.

Y aunque sigo sin saber que había ocurrido entre ambos, dentro de pocos días, tendremos una nueva junta en la que aprovecharé para felicitar a la pareja que ha tenido la amabilidad de invitarme a su boda.

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